La velocidad de la oscuridad es una novela de ciencia ficción ubicada en el futuro próximo, escrito por la escritora norteamericana Elizabeth Moon. Esta novela ganó el Premio Nébula en el 2004.
En el futuro próximo los avances en la ciencia medica han permitido erradicar muchas de las enfermedades que se generan desde la corta infancia, incluyendo el autismo.
Lou Arrendale forma parte de los últimos seres humanos que nacieron antes de la aplicación generalizada de estos tratamientos, por lo que recibe atención medica y psicológica que eventualmente lo convierte en un adulto funcional. Pero no se puede considerar una persona "normal", pues todavía sufre de algunas de las características de este desorden.
Lou, junto a otros jóvenes autistas, trabaja en una compañía de biotecnología, encontrando patrones en los estudios, los cuales no pueden ser realizados por computadoras. Gracias a su utilidad se les permiten algunas concesiones como el uso de un gimnasio o el uso de oficinas personalizadas.
Todos estos privilegios son vistos con malos ojos por su nuevo jefe, el cual busca presumir un ahorro cancelando todos estos privilegios especiales, y amenaza a todo el equipo con obligarlos a recibir un tratamiento experimental que elimina el autismo en los adultos, o serán despedidos.
La comparación con la novela Flores para Algernón puede sonar obligatoria, pero la realidad es que son dos bestias completamente diferentes.
Los eventos en Flores para Algernón, en donde un hombre recibe un tratamiento para elevar su IQ son narrados con una simpleza propia de la época en que fue escrita, sin embargo, La velocidad de la oscuridad nos introduce literalmente en la cabeza del protagonista.
Ver sus miedos, esperanzas y motivaciones desde el punto de vista autista es algo sorprendente, por decir poco, observar a los seres humanos "normales" desde un punto de vista completamente alienígena y vernos verdaderamente como lo que somos, unos seres psicóticos que nunca pueden decir claramente lo que piensan, que no valoran el orden y las hermosas pautas formadas por las matemáticas y la música, que no racionalizan nada y dejan que sus prejuicios decidan por ellos, es algo vergonzoso.
La novela tiene poco de ciencia ficción, y los problemas analizados no son grandilocuentes o importantes, pero es ficción perfectamente humana, y genera un interesante análisis de lo que significa ser "normal" o "especial", desde el punto de vista medico, neurológico, social y hasta religioso.
Con un género (la ciencia ficción) poblado de superhombres, elocuentes científicos, héroes y antihéroes es novedoso encontrar seres humanos comunes y corrientes, con problemas y motivaciones ordinarias, aunado a una historia empática la convierte en una opción atractiva.
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