La moralidad del Ciudadano Transhumanista esta definida por la cantidad de
tiempo que le queda de vida. No por la democracia, decencia, altruismo,
amabilidad o nociones humanitarias — y especialmente no las creadas
por el arcaico concepto de la religión. Esta forjada por los dictados
evolutivos y nuestros más profundos instintos, que nos alientan
a superar a la muerte y lanzar una avanzada hacia nuestro
brillante futuro.
Esta es una novela de ciencia ficción escrita por el filosofo, futurista y transhumanista norteamericano Zoltan Istvan.
Compré el libro pensando que era una obra de divulgación científica. Sí, hago reseñas y no me molesto en leerlas. Algo para recordar en el futuro, un libro con una calavera en negativo sobre la portada no es probable que sea una obra científica seria.
El protagonista de la obra es un joven llamado Jethro Knights, probablemente el nombre más estúpido con el que me haya topado en un libro en todo lo que tengo de vida. Jethro es un transhumanista (como el autor) graduado en filosofía (como el autor) que esta cansado del status quo (como el autor) que un buen día se dedica a viajar por el mundo (como el autor) llenando de libros el bote que construyó con sus propias manos (como el autor) y se dedica a venderle artículos de sus viajes a National Geographic (ok, ya entendieron mi punto).
Cuando Jethro regresa del viaje que cambia su vida, se dedica a crear un frente transhumanista que lucha a brazo partido contra el propio gobierno de Estados Unidos, que ve en el transhumanismo la principal amenaza contra los valores y usanzas del país. Hasta llegar al ridículo de destinar 100 billones de dolares con el único fin de detener esa terrible "amenaza".
Como todo thriller que se precie de serlo, el protagonista conoce a una chica, la doctora Zoe Bach, a quien abandona en un tercio de la novela por la razón más estúpida que uno se pueda imaginar, el amor estorba al sueño transhumanista.
Como todo protagonista necesita un archienemigo, Jethro tiene a Gregory Michaelson, un ex-compañero universitario, religioso y superficial, el cual por circunstancias completamente implausibles es nombrado director de la agencia anti-transhumanista, que conveniente.
Nuestro gran héroe sufre de muchos reveses, pero al final recibe ayuda Deus Ex Machina, personificada por un billonario ruso que le presta el cambio que traía en la bolsa (10,000 millones de dolares) para que logre su sueño.
La parte final de la obra esta formada por una aburridisima descripción de la ciudad flotante que nuestro héroe manda fabricar para acoger su utopía.
El sueño transhumanista y de la Singularidad ideado por grandes pensadores como Marvin Minsky, Raymond Kurzwell y Hans Moravec siempre me ha parecido una payasada. No dudo que en un futuro medianamente cercano logremos muchos avances tecnológicos si no nos volamos en pedazos, pero las fantasías masturbatorias de estos señoras dan pena. Se sacan de la manga al Dios Maquina para que nos ayude en todo, incluyendo limpiarnos el culo.
Zoltan Istvan logra combinar estas ridículas fantasías con un totalitarismo inhumano envestido de superioridad moral que da asco. Por un segundo me imagine el cuerpo de Ayn Rand revivido en un cyborg y disparando lasers de la vagina.
No tengo nada bueno que decir de la novela, los personajes están hechos de cartón piedra, los giros en la trama se pueden ver desde varios kilómetros de distancia, la instancia moral del autor es vergonzosa y ridícula, el libro es un tecnothriller barato disfrazado de una inteligente novela de ciencia ficción, la acción es metida con calzador y los diálogos son planos e inverosímiles.
Regálenle este libro a su peor enemigo y salgan corriendo mientras se carcajean.