Moxyland es una novela de ciencia ficción distópica ubicada en el futuro próximo, creada por la escritora sudafricana Lauren Beukes.
Ha tenido mucho revuelo la última novela de esta autora, Las Luminosas, publicada por la editorial RBA, acerca de un asesino en serie que puede viajar en el tiempo y una valerosa chica que se enfrenta a él.
Como me dan mucha flojera los thrillers, me puse a buscar si tenía otras novelas publicadas y encontré que anteriormente había escrito está novela y Zoo City, una fantasía urbana ubicada también en Sudáfrica. Me decidí por la distopía postcyberpunk para jóvenes.
La trama se divide entre las andanzas de cuatro jóvenes residentes de la ciudad Cape Town, Sudáfrica, en un futuro próximo bastante hostil y represivo.
La primera en hacer su aparición es Kendra, una estudiante de arte que abandonó sus estudios y realiza sus pininos en la fotografía análoga (un arte olvidado en un futuro digital), Kendra se enrola en un programa patrocinado por una corporación que manufactura bebidas energéticas, se le suministran nanomecanismos que la mantienen con buena salud, libre de enfermedades y con un buen aspecto para toda la vida, pero a cambio debe exhibir un tatuaje bioluminiescente del refresco, los nanomecanismos la hacen adicta a esta bebida y debe tomarla todo el tiempo.
Lerato trabaja en una corporación, siendo recogida de un orfanato mediante un programa para niños enfermos de Sida, trabaja como programadora en un competitivo ambiente corporativo, ella no tiene amigos o compañeros en la corporación, solo rivales. Lerato apoya a otro de los protagonistas de la novela a menoscabar a su propia corporación, debido a una compleja relación amor-odio hacia la gente para quien trabaja.
Tendeka es un joven desempleado con ideas revolucionarias, es el líder de una célula de saboteadores de publicidad de corporaciones, siendo patrocinador de un equipo de fútbol infantil convence a jóvenes y niños para que lo ayuden a cometer actos vandálicos y esparcir la desobediencia civil.
Toby es un famoso vlogger, dedica todo su tiempo libre en subir sus actividades (ir a fiestas, tener sexo con jovencitas, emborracharse y drogarse) a su vlog Diary of a cunt. Se mantiene de lo que le da su madre (motherbitch) y trabaja consiguiendo items raros en juegos en línea para niños, si piensan que es un aprovechado deben saber que los niños de este futuro parecen salidos del libro El señor de las moscas.
Es gracioso e irónico que está novela haya recibido estupendas criticas de William Gibson, Charles Stross y Cory Doctorow ya que precisamente la obra me pareció tener una gran influencia de los trabajos de estos autores.
Algo que deje fuera de la sinopsis es que esta Sudáfrica del futuro parece una versión aumentada y mejorada de 1984, para empezar no hay dinero en efectivo, todas las transacciones monetarias son manejadas mediante el teléfono, cuando una persona rompe las leyes (escritas por las corporaciones y aprobadas por el gobierno) se les retira la capacidad de entablar cualquier operación comercial, se convierten literalmente en parias.
Con este sistema monetario las autoridades saben en todo momento donde se localizan los ciudadanos, y la policía ya no tiene necesidad de utilizar tasers, solo envía una descarga de alto voltaje al teléfono móbil del ciudadano que esta creando problemas y asunto arreglado.
Un punto curioso en la novela es que ninguno de los protagonistas es carismático, encomiable o al menos agradable, el único que se salva un poco es Tendeka, pero si se le perdona poner a niños en riesgo solo para satisfacer su ego, con el fin de "ganar" las batallas contra las corporaciones que rigen su vida.
La gran tragedia de la novela es que los cuatro protagonistas odian en mayor o menor grado a las malvadas corporaciones, pero no están dispuestos a rehusar ninguna de las bondades que estas ofrecen. Saben que hay algo malo en sus vidas y su sociedad, pero no se dan el tiempo para buscar una tercera vía que los salve, estan demasiado ocupados buscando seguidores para sus páginas de internet, buscando la persona correcta con quien acostarse y ganar una exhibición de arte o tumbando personas de la escalera corporativa en una suicida carrera de ratas.
Todo ese asunto del cyberpunk, viéndolo en perspectiva, ya hasta me da un poco de pena ajena, un grupo de personas con gafas de espejo y gabardinas de cuero siguiendo misteriosas agendas, participando en tiroteos en abandonados callejones que huelen a las micciones de miles de borrachos, teniendo sexo en sórdidos hoteles de paso con personas igual de solitarias que ellos, se me hace muy kitsch, por decirlo de una forma amable.
Moxyland forma parte de una nueva ola, representada por los hijos o los nietos de los cyberpunkers originales, es un futuro perturbador y triste, pero el hecho de que sea plausible lo hace interesante.
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